En un mundo lleno de estrés, responsabilidades y constantes desafíos, es común sentir que...
Comenzaré haciéndoles la siguiente pregunta: ¿con qué soñamos los seres humanos?… una casa nueva, mejor ingreso económico, un viaje, casarnos y tener hijos, éxito, reconocimiento, etc.
Si buscamos información o un libro sobre cómo alcanzar un sueño, encontraremos muchas herramientas. Nos pueden dar una lista de pasos a seguir, fórmulas secretas, rituales y ceremonias ancestrales, muchos consejos.
Pero hoy no quiero enfocarme en los sueños materialistas, en donde está implícito que el ego es quien mantiene el control. Quiero dejar algo muy claro, esto no significa ni estoy en contra de desear cosas materiales, al final somos seres humanos viviendo en un mundo físico. Los sueños en los que quiero profundizar aquí, sin embargo, son los que provienen del alma.
Los niños son expertos en este ramo, todo gracias a la gran imaginación que tienen y porque en su corta edad aún tienen un contacto puro con otras dimensiones, en donde todo es posible, en donde su mente sueña y su alma aún no se contamina.
Los niños tienen deseos puros – como les dije—, deseos espirituales que los pueden llevar a sentir cosas extraordinarias, como: convertirse en un caballero, ser una princesa, viajar al espacio, volar, brincar grandes muros y destruir al monstruo más temible: todo gracias a la imaginación, a su pureza de corazón. Ellos conectan con su esencia, sin juicios, sin miedo.
Pero conforme van creciendo, van involucrándose en el mundo de los adultos y regularmente ven y escuchan en casa: “no puedes tener todo en la vida”, “si no construyes tus sueños, otro te contratará para que construyas los suyos”, “lo que sueñas es difícil de alcanzar; es imposible”…
Solo algunos adultos logran conectar con esta parte interna, aunque sea por unos instantes, conectando con su imaginación, su esencia, con dimensiones espirituales. Hemos visto, por ejemplo, como por medio de las películas suceden cosas que en nuestro mundo físico serían imposibles de realizar. De ahí nace lo que es la fantasía.
Algunas películas, ya sean para niños o adultos, también nos aportan mensajes que tocan fibras muy profundas, fibras del alma. Y muy en el fondo sabemos el gran potencial que tenemos y que es posible echar a volar la imaginación. Estas películas nos enseñan cosas que se encuentran dentro del mundo espiritual, lo que la Kabbalah llama, el 99 %. Aquí no hay límites, todo es posible. No hay miedo, no hay fragmentación, no hay limitantes.
El ego quiere que no conectemos con todo esto, nos quiere dormidos. Si lográramos comprender que la vida en este mundo es un sueño, que el mundo físico es una ilusión, un hogar temporal y no la verdadera realidad, reconoceríamos que nuestro cuerpo físico es solo un vehículo que necesitamos para estar aquí, que nuestra alma es eterna, y está siempre en búsqueda de la conexión con la Luz y nuestra esencia.
El alma viene a revelar nuestro mayor potencial. Cuando deseamos la camioneta último modelo, asientos de piel, tres filas de asientos, eléctrica… ¿cuánto tiempo nos dura la emoción o satisfacción por el mismo? Detrás de esto hay algo más, hay una energía y una Luz oculta, lo que realmente nuestra alma está buscando. Y ¿cuál es?. Pensamos que cuando llegue el marido, el coche o la casa perfecta vamos a ser muy felices, vamos a ser libres, vamos a poder hacer lo que queramos… pues ¿que crees? jamás la encontraras si la buscas en cosas materiales.
Hagamos esta noche dos listas: en una de ellas escribirás todo lo que deseas en el mundo físico, lo que puedas tener con tus cinco sentidos, y en la otra escribirás lo que deseas como alma.
Puedes relacionar ambas columnas y ver realmente que lo que deseas está en la segunda lista.
Recuerda, el enfoque que les damos a las cosas que deseamos, es lo más importante.
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