En un mundo lleno de estrés, responsabilidades y constantes desafíos, es común sentir que...
Ningún ser humano nace sabiendo lo que es ser padre o madre. Aprendemos de lo que vivimos en nuestra infancia, viendo el comportamiento de los demás, principalmente el de nuestros padres, tíos, abuelos o hermanos e inclusive a algunas personas les toca ayudar a sus padres a criar a un hermano/a. Cuando crecemos, algunos nos volvemos padres y aquí es cuando empieza el gran reto de ser un verdadero progenitor, aprendiendo a alimentar, educar, a dar valores, etc.
Siempre queremos lo mejor para nuestros hijos, y sabemos que ser padres no es una tarea fácil. En muchas ocasiones nos enojamos con ellos, porque no hacen lo que les pedimos, nos faltan al respeto, no hacen sus tareas, hacen berrinches injustificados, no se comportan correctamente en la mesa o con visitas, y la lista podría continuar.
Los hijos son algunas de esas personas que pueden “disparar nuestro gatillo” fácilmente y, si no tenemos cuidado, podemos afectarlos para siempre. En algunas ocasiones los regaños pueden ser muy agresivos, y ¿qué pasa aquí?… después de la reprimenda te puedes dar cuenta de que exageraste, que no debiste haber gritado o golpeado a tu hijo. Ves en sus ojos dolor, sufrimiento y hasta odio. Cuando se tiene más de un hijo puedes llegar a hacer diferencias entre ellos, y de verdad ¿crees que el niño/a no se va a dar cuenta?
Cuando yo era pequeña, mis padres estaban divorciados, y mi padre hacia mucha diferencia entre mi hermano y yo. Cuando él llegaba de viaje con los regalos, nosotros los contábamos.
Llegando al conteo final, yo tenía 20 regalos y mi hermano, 10. No importaba el tamaño, sino cuántos eran. Yo podía ver la carita de mi hermano, pero nada podía yo hacer. También el trato hacia nosotros era muy distinto.
Pero bueno, esto es sólo un preámbulo para explicarles y que veamos que siendo padres podemos fallar y equivocarnos; pero si somos conscientes de en nuestras acciones, podemos crear milagros en nuestros hijos. Ahora bien, hemos estado hablando de uno de los contrincantes más fuertes en los seres humanos, el “ego”, y es muy común que éste se manifieste con nuestras actitudes hacia nuestros hijos.
Primero que nada quiero hacerles la siguiente pregunta: ¿cuál es el factor principal o la razón por el cual nos enojamos con los hijos? ¿Por qué ciertas circunstancias nos enojan más que otras?
El enojo es una emoción que es parte del ser humano, así como la alegría, la tristeza, la nostalgia, la culpa, el odio, etc., pero debemos saber usar todas estas emociones con plena consciencia. Hay un aspecto en el cual no siempre reparamos, que todas y cada una de las emociones conllevan un aprendizaje. Les explico de qué manera: por ejemplo, si yo siento tristeza, lo que debo comprender o aprender es a cambiar esto por felicidad.
Al enojarme con mi hijo/a, ¿qué estoy reflejando de mí mismo/a? ¿cuál carencia mía se está proyectando? Sé que éstas son preguntas muy complicadas y en algunos casos dolorosas; sin embargo, si observo con claridad, normalmente cuando me enojo es porque algo no resultó como yo quería o probablemente en el pasado alguien me hirió profundamente.
Cuando me enojo con ego lo que normalmente digo es: “me lastimaron”, “no tengo lo que yo quería”, “no me siento segura/o”, “no tengo el control”, “no me respetan”, “me siento ofendida/o”, “yo tengo la razón”…
¿Cuál sería la diferencia si me enojo con amor? Nuestros pensamientos serían más bien los siguientes: “no quiero que te lastimes”, “quiero que tengas lo que necesitas”, “quiero que te sientas seguro/a”, “quiero que sientas que tienes el control”, “quiero que tú te respetes”, “no quiero que te ofendas”, “podemos platicar para encontrar la verdad”…
¿Pueden escuchar la diferencia en la energía que cada una de éstas expresa?
EJEMPLO (CON EGO) Si yo me enojo con mi hija porque no se cepilló los dientes como yo le dije. Realmente me estoy enfadada porque no me escuchó, siento que no me respeta, que no tengo el control y deseo que eso cambie AHORA, porque la autoridad soy yo.
EJEMPLO (CON AMOR) Si yo me enojo porque mi hija no se lavó los dientes pero detrás de mi reclamo están las consecuencias de esto, es decir, que puede perder sus dientes, entonces no tiene nada que ver conmigo, no lo tomo personal. Pero si me tendré que expresar de forma distinta, con menos exageración y sin enojo. Será más bien una conversación entre ella y yo, en donde ella pueda saber lo que puede suceder si no lo hace.
Les comparto otro ejemplo:
EJEMPLO (CON EGO) Si yo me enojo con mi hija porque llegó a casa más tarde de lo establecido de antemano, realmente me estoy enojando nuevamente porque no me escuchó, siento que no me respeta y que no tengo el control; además, que no respeta la casa, ni las reglas, y deseo que eso cambie AHORA, porque la autoridad soy yo.
EJEMPLO (CON AMOR) Si yo me enfurezco porque mi hija llegó a casa más tarde de lo dicho, aunque con antelación le hice ver las consecuencias de esto, tengo que entender que su acción no tiene nada que ver conmigo y, si llegó tarde, no lo tomo personal. Pero sí me expresaré de forma distinta, también con menos exageración y sin enojo. Será más bien una conversación entre ella y yo, de manera que ella pueda recordar y entender las consecuencias, mismas que se puntualizaron de antemano.
Las negociaciones con los hijos es una herramienta muy “padre”, y debo reconocer que esto se lo debo al papá de mi hija. Los niños siempre deben saber con anticipación las consecuencias de ciertas acciones. Así ellos mismos sabrán que, si no hacen lo que deben hacer, la consecuencia será tal y como se planteó.
Sin embargo, no olvidemos que los hijos siempre deben sentir nuestro amor aun cuando estemos enojados; así siempre tendremos una conexión genuina con ellos y nos escucharán.
Para concluir, les regalo cinco pasos para dominar el ego en nuestra interacción con nuestros hijos:
1. No te sientas ofendido por tus hijos. 2. Usa la negociación con ellos y pon las reglas y consecuencias desde un principio. 3. Libérate de • la idea de que son tuyos, recuerda, solo son prestados. • la necesidad de ganar y tener el control y la razón. • la necesidad de ser superior a ellos.
Edición y corrección de estilo: Lydia Flores Acuña
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