Licencia para la libertad

Como seres humanos tenemos el regalo del pensamiento, ningún otro animal lo tiene, y solo el ser humano posee todo el proceso que conlleva la elaboración de pensamientos.
 
Dentro de nuestra naturaleza humana tenemos tres cerebros: el neocórtex o creativo, encargado del razonamiento, la creatividad y la evolución del ser; el límbico, encargado de las emociones, y el reptiliano, encargado de la supervivencia y de las emociones primitivas. Acharya Shri Mahaprajna nos dice en su libro “El arte primitivo del pensamiento”, que nuestros pensamientos están gobernados por el cerebro reptiliano. ¿Qué significa esto?, que la mayoría de nuestros pensamientos se crean en esta parte del cerebro y que, por más que queramos detenerlos, no podemos, pues siempre estamos pensando en algo. Así que creo es importante cuidemos de éstos, porque llegamos a tener alrededor de 60,000 pensamientos al día. 
 
Los pensamientos son vibraciones silenciosas, energías muy sutiles que traspasan el tiempo y el espacio; son impulsos bioquímicos y eléctricos, que mandan señales a todo nuestro cuerpo. Algunos pensamientos se manifiestan por medio del lenguaje, otros solo son guardados en la mente; además, tenemos el lenguaje, que es otra habilidad que tenemos. Los antiguos sabios decían que la vida y la muerte dependen de la lengua. Y que el habla puede ser nuestra prisión o nuestra libertad. 
 
El lenguaje es un vehículo por medio del cual nuestros pensamientos se articulan y toman un orden; es como logramos comunicar lo que pensamos, creemos y queremos. Seguramente has escuchado: “cuidado con lo que piensas, porque puede hacerse realidad”. 
 
Todos los seres humanos tiene pensamientos tanto positivos como negativos, únicamente debemos decidir si queremos quedarnos con los pensamientos negativos o los reemplazamos. 
¿Cómo nos afectan nuestros pensamientos, física y emocionalmente?
 
El poder de nuestros pensamientos puede alterar la paz en nuestras vidas. Tienen la fuerza para cambiar nuestro campo electromagnético o aura, ya sea para bien o para mal; llegan a cambiar nuestra fisiología, fisionomía, reacciones y, por supuesto, el tipo de gente que vamos a tener a nuestro alrededor. Algo de lo que no siempre estamos conscientes es que podemos atraer enfermedades, accidentes o situaciones no agradables, porque vibramos en una frecuencia muy baja. Todo nuestro entorno se ve influido por los pensamientos que tenemos, nuestras emociones cambian, y no solo eso: las células de nuestro cuerpo reaccionan y se modifican.
 
Las experiencias que tengamos se crean a partir de lo que pensamos y decimos por qué todas las creencias que tengamos son ideas y pensamientos que aceptamos como verdades, tanto lo que pensamos de nosotros mismos, así como de los demás.
 
Cuando tenemos pensamientos positivos, acumulamos fuerza interior, nos volvemos constructivos, podemos cambiar nuestra frecuencia cardíaca, segregar endorfinas, adrenalina, producir gammaglobulinas (anticuerpos) o interferones (proteínas para el sistema inmunitario), las cuales son el mejor escudo contra enfermedades. A veces creemos que pensar positivo es meramente pensar en amor, paz, armonía…, y que todo esto es imposible. Yo sé que es un gran reto para nosotros, pero esto lo que significa es poder ver los problemas, reconocer su realidad y ser capaces de encontrar soluciones.
 
Por ser una forma o corriente de energía muy sutil, los pensamientos tienen la habilidad de poder cambiar fácilmente, así que no peleemos con ellos, reconozcamos que tenemos pensamientos negativos, porque somos seres humanos. Al final del día hagamos un recuento de cada uno de esos pensamientos negativos, y reemplacemos todos en positivos. Reeduquemos nuestra mente. Dejemos que el Universo fluya a través de nosotros.
 
Recuerda, sobre todo, que no eres tus pensamientos; éstos son solo una corriente que fluye por tu mente; no tienes que luchar para controlarlos. Puedes, por ejemplo, hacer meditaciones para decretar que todos los pensamientos negativos que hay en tu conciencia se diluyan, se borren y desaparezcan. Dale la oportunidad a tu cerebro creativo — el encargado de la evolución del ser— a manifestarse.