En un mundo lleno de estrés, responsabilidades y constantes desafíos, es común sentir que...
Como seres humanos, la motivación de la vida es el deseo y esto es algo que nuestra naturaleza trae, es inherente a nuestra condición de humanos. Toda acción en el hombre, por lo tanto, es dirigida y orientada por los deseos.
¿Cuánto deseamos realmente? ¿Nuestros deseos son reales? El Creador o la Luz nos pide que deseemos infinitamente y nos empuja a desear más. De hecho uno de los propósitos de la vida es recibirlo todo*, pero para obtener todo debemos actuar de manera proactiva y no reactiva, dice la Kabbalah.
¡Si no deseamos nada, la Luz no puede darnos nada! Aún cuando la Luz nos da infinitamente, debemos trabajar para ganarnos las cosas*, así el esfuerzo que pongamos en ganarlo será proporcional a la satisfacción que experimentaremos. Recuerda que el Universo siempre mueve y acomoda las cosas de acuerdo a un sistema, para empujarnos y despertarnos a querer y desear más.
Cuando estamos en una relación y no apreciamos lo que tenemos, por ejemplo, no damos amor, sólo ponemos obstáculos, barreras, pretextos, juicios, exigencias, etc.; llegará quizá el día en que esa persona se irá de nuestra vida; entonces podría suceder que nos demos cuenta de lo que teníamos, y que ya perdimos. Hay un dicho que dice: “No sabes lo que tienes hasta que lo ves perdido”.
Esto se puede dar también en el trabajo: cuando nos empieza a ir muy bien y tenemos un sueldo increíble, el puesto que siempre quisimos, entonces comenzamos a descuidar a la familia, a los amigos… y básicamente ¡nos perdemos en el éxito! En ese momento nos vemos en un punto crítico en donde el Universo rompe todo nuestro sistema “falso” y coloca la HUMILDAD para que a través de ella vuelvas a desear. Aquí el Universo ha cumplido realmente con su cometido porque ha despertado en ti algo que perdiste (la humildad misma), entonces despierta en ti el deseo por la Luz nuevamente, el deseo por tu deseo real.
Hemos mencionado ya algunos principios espirituales importantes en el Proceso de Desear. Si ponemos atención en nuestra vida y en nuestro día a día, cada reto o situación al que nos enfrentamos es enviado por la Luz para promover nuestro crecimiento personal. Hay un principio espiritual que dice: “Cambia TÚ y cambiarás el mundo”*.
Definitivamente los cambios en tu vida se manifestarán, entenderás el proceso oculto de la Creación del Deseo y cómo éste se encuentra en todo tema en nuestra vida. Tu relación de pareja, de amistad o de negocios debe acoplarse a estos principios, no será la Luz la que se acople a tus relaciones. Así pues, mantén la calma ante cualquier situación y las bendiciones vendrán*.
Otro aspecto importante en el tema que estamos tratando es el rol que el ego juega en los deseos. El ego quiere que no sepamos desear, nos confunde, hace que nos conformemos con menos, que no deseemos nada y que, si lo hacemos, lo hagamos mal, y se encargará de colocar todos los obstáculos necesarios. El mismo ego nos dice que no necesitamos nada. Superar el ego* es otro principio espiritual.
Una persona que está más consciente de su ego es más espiritual y, además, es mucho más fácil que conecte con la pureza de sus deseos y que sepa qué es lo que le impide desear de verdad.
¿Sabías que dentro de la espiritualidad no hay coerción? ¿Qué significa esto? Significa que nadie puede presionarte para desear más. Cuando no deseas algo, no lo vas a desear por más que alguien te lo diga. Si alguien te insiste que debes meditar todos los días una hora porque eso te hará crecer, si no lo deseas, si no crees en eso y estás bien en donde estás, no lo vas a hacer. Yo recuerdo haber hecho una meditación por horas, sintiendo frío, en una posición incómoda; para mí ese momento era importante, porque el Universo me llevó a experimentar la soledad y entonces comencé a desear el tener una pareja, y mi deseo fue tan real que se manifestó la Luz, pero porque surgió el deseo.
Muchas personas desean sanar su relación, y esto implicaría afrontar o ceder en algunas cosas. Sin embargo, en lugar de trabajar ellos mismos en su ego, lo que hacen es hablarme y pedirme que haga una sanación a su pareja porque ellos/ellas están bien. Yo, con la intención de ayudar, los coloco en mi lista de sanación grupal y la energía se manda. ¿Qué pasa con esto? Si la otra persona no desea sanar, eso no va a suceder, porque no tiene el deseo. Puede ser que temporalmente se dé un cambio, pero al final la relación no va a mejorarse hasta que AMBOS deseen sanar.
¿Qué nos dice esto? Que si yo no trabajo en MI deseo, no va a haber una transformación en mi vida y en mi espiritualidad. ¡Yo soy el arquitecto y dueño de mi vida! Vamos a hacernos responsables de trabajar por nuestros deseos y tener consciencia que el resultado será también nuestra total responsabilidad. Eres la causa, no el efecto: responsabilízate de tus acciones* y deja de culpar a otros por tus resultados.
Existen dos tipos de deseos:
Al primero le he llamado, el deseo dormido, en donde sé que deseo una vida próspera, una relación duradera, hijos, ganarme la lotería, entre muchas otras cosas, y no hago nada. Y lo que pasa aquí es que yo mismo genero dolor y sufrimiento, pero el Universo y la Luz nos dice: “¡No!, a eso no has venido”. El mismo Universo rompe con todo tus sistemas para así despertarte y que tomes acción para poder alcanzar tus deseos. Cuando esto pasa se te dan las herramientas para desear nuevamente, sólo que no siempre las ves y no las aprovechas.
Muchas veces queremos la gratificación o sanación instantánea, y esto se llega a dar en muchas ocasiones. A mí me ha pasado más con los niños, pero ellos no tienen un ego grande, son puros, por lo tanto su sanación es inmediata. Pero ¿qué pasa con un adulto? Le empieza a ir mal en la vida… entonces reza y pide… las cosas se acomodan… y le empieza a ir bien. Entonces cree que ya logró el objetivo, se olvida de su proceso de crecimiento y su evolución se detiene. La naturaleza misma lo va a llevar a estancarse de nuevo. A lo mejor has llegado a escuchar: “No tomes nada por sentado, mañana puedes perderlo todo». Pero si tus deseos los llevas a la cuarta fase, que veremos más adelante, lograrás mantenerlos indefinidamente porque, por derecho divino, son tuyos. El trabajo es para toda la vida; ¡no lo olvidemos! El camino para la plenitud real es la restricción (reprimirse) a la gratificación instantánea*.
El segundo es el deseo real y verdadero, pero debemos saber cómo crearlo, porque como seres humanos que somos tenemos deseos pequeños e inmaduros.
En muchas ocasiones me piden sanación para otra persona, pero qué sucede en este caso. Si ella o él no tienen la intención de sanarse, no hay un deseo real de cambiar, como ya se mencionó anteriormente, por lo tanto pueden haber cambios temporales; pero reitero que para que un cambio permanente se dé, esa persona debe tener el deseo real de sanar.
Y ¿qué pasa con nuestros hijos? Nosotros, como padres, queremos darles todo; pero si éstos no están abiertos a RECIBIR, jamás van a agradecer lo que se les da. Los hijos van a agradecer todo lo que les das en el momento en el que ya no lo tengan y que ellos tengan que vivir su propia vida; es entonces cuando comienzan a tener deseos reales.
Recordemos que ningún ser humano puede apreciar algo que recibe, si no lo anhela, y no puede experimentar plenamente lo que no desea. Por más que invites a alguien a un museo, si no le interesa, no lo va disfrutar.
Pensamos que nuestros hijos son inmaduros y no aprecian. Nosotros, como hijos del Universo, igualmente somos inmaduros: no sabemos cómo recibir todo lo que la Luz tiene para darnos.
¿Sabías que lo único realmente verdadero es el deseo por la Luz? No deseas una casa, un auto nuevo, el viaje a Europa…, lo que deseas es lo que te hace sentir, el tener ESO físico: amor, compañía, estabilidad, seguridad… y todo esto es la Luz. Este deseo por la Luz lo debemos colocar y perseguir en cada situación de nuestras vidas, haciendo a un lado el ego, porque éste se encarga de ponernos obstáculos. Como se volverá a explicar a continuación.
Otro punto importante que no quiero dejar fuera es el despertar de la consciencia de que no tenemos absolutamente nada; sé que suena raro, pero estamos acostumbrados a decir que no nos hace falta nada y que ya tenemos todo lo que necesitamos, creyendo que esto es humildad, ¡pues no! Desde ahí jamás podremos desear el Infinito; desde ese punto no podemos recibir la Luz Infinita y nos estamos perdiendo de todo lo que nos corresponde. Una regla de la vida es que nadie puede desear lo que ya tiene o cree que tiene, así que todos los días haz consciencia de tus carencias y no le des a las cosas materiales un valor espiritual.
Cuando vivimos con la consciencia de yo soy…, yo tengo…, dejas de trabajar en ello, pero cuando tienes la consciencia de NO tengo, a partir de ahí comienzas a trabajar más duro. Por eso, ¿qué pasa con alguien que se enferma de cáncer? Sólo apreciará su salud en el momento en el que la haya perdido. Alguien que pierde todo su dinero, lo apreciará en el momento que ya no lo tenga.
Para que la Luz se manifieste en su totalidad en nuestro deseo, éste tiene que pasar por 4 fases, como lo dice la Kabbalah: si esto no se hace, el deseo es incompleto e inmaduro.
Cuatro Fases para lograr el Deseo Real
Primera Fase: Deseo Pasivo En esta fase no estás consciente; es cuando recibes y no ambicionas especialmente lo que obtienes: hay un deseo inconsciente de sólo recibir.
Observa cuántas veces te quedas en esta fase durante el día. Por ejemplo: Te invitan a salir y no vas. Tienes una llamada y no contestas. Te escriben un mensaje y lo contestas el día siguiente.
Pones tus necesidades antes que la de los demás y no te estás dando cuenta que la Luz te mandó esto y que puedes llegar a crear un deseo en esta fase. Cualquier oportunidad o milagro puede venir en este momento, pero increíblemente no lo aprovechamos.
Es tu responsabilidad promover o despertar el deseo. Date la oportunidad de abrirte a recibir lo que te manda el Universo.
Segunda Fase: Activación del Deseo Una persona espiritual pasaría a esta fase, en donde se da la oportunidad y se abre a recibir un poco más. Aquí se despierta un deseo por algo nuevo, por algo que no tenía. Aquí se coloca la apreciación y la consciencia, y hay un deseo de dar, pero sin recibir la Luz, es decir, sin tener la absoluta consciencia de que sucedan cosas extraordinarias.
Tercera Fase: Deseo Inestable Si ya llegué a esta fase es porque me di la oportunidad de experimentar algo nuevo (primera fase), y se activó el deseo por algo nuevo (segunda fase); entonces en esta tercera fase me encuentro que ese deseo nuevo me está controlando, y se instala cierta confusión: aquí aparece el libre albedrío; tú decides qué hacer con ese deseo y puedes ver si es un deseo real o no —si tienes la inteligencia de reprimirte y soltar— y así esperar que lo que ambicionas esté consolidado y estés en control. Es importante mencionar aquí que NO dejas ir el deseo, dejas ir la reactividad de querer tu deseo en ese momento. Todo lo que se manifieste en esta fase es reactivo, y el ego se manifiesta con todo. Sólo lo que dejas ir en esta fase, pasa automáticamente a la cuarta fase. Todo lo de la tercera fase es reactivo, el ego se manifiesta con todo para coartar tu anhelo.
Nótese entonces, que nuestro trabajo es pasar a la cuarta fase, resistiendo la presión de la reactividad (estrés, desagrado, incomodidad…), es decir, resistir al ego. Ese deseo no lo tenía antes, por lo tanto me detengo e INICIO EL PROCESO para tener un deseo real.
Si dejas ir o “sueltas” en esta fase, el Universo conspira a tu favor, convirtiendo tu deseo inestable en uno estable.
Cuarta Fase: Deseo de Recibir con la Intención de Dar Aquí creamos el deseo correctamente y abrimos nuestro corazón al máximo para que nuestra intención sea real, pura y proactiva porque ya tienes el recipiente que necesitas.
Primero eliminas al ego y transformas tu deseo en algo estable, ¡y tomas el control!. Tu deseo debe volverse afín con la Luz, con la intención de recibir para compartir, en donde no solo tú te verás beneficiado sino los demás también, asegurándote de que este deseo va a traer más Luz a tu vida. Trabaja la resistencia hasta que caiga lo que por derecho divino es tuyo. Esta fase está consolidada por un deseo de recibir con la intención de DAR.
Concluyendo, comparte porque te interesa hacerlo, no porque quieres recibir amor, aprobación o un “gracias” de regreso. Los actos verdaderos de compartir no tienen agenda* y no se deben tener expectativas respecto a lo que se habrá de cosechar. Así que no olvides, en todas tus relaciones encuentras, mayor plenitud en el Dar*, NO en recibir. De esta forma, la Luz habrá de iluminar tu vida y será parte de tu día a día.
Edición y corrección de estilo: Lydia Flores Acuña
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