En un mundo lleno de estrés, responsabilidades y constantes desafíos, es común sentir que...
Cuando escuchamos “vínculo familiar”, pensamos en la unión de la familia, en todos los nexos, enlaces, parentescos y ataduras que esto conlleva. La historia de esta institución social ha sido muy variada, no hay un registro como tal que nos indique cuándo comenzó a establecerse como la conocemos en nuestros días. Pero lo que sí sabemos es que una familia es con quien compartimos un espacio y la mayor parte de nuestro tiempo. Es evidente que actualmente el concepto y composición de una familia ha evolucionado a pesar de lo que la religión y algunas sociedades establecieron hace mucho tiempo.
Hoy por hoy el concepto “familia” es muy variado, ya que podemos encontrar familias no convencionales como: monoparentales, ensambladas (cuando te vuelves a casa y cada uno tiene hijos), homoparentales y, por supuesto, la familia extensa que todos tenemos, la cual incluye abuelos, hermanos, tíos, primos, etc.
La familia es el grupo social básico en este mundo; digamos que es la célula madre de las sociedades. Actualmente, una familia no solo se instituye por un documento firmado. Sabemos que la ley avala una relación entre adultos (hombre-mujer, hombre-hombre o mujer-mujer) después de determinado tiempo, instituyéndolo como familia con derechos y obligaciones.
Acabamos de festejar hace unos días el Día Internacional de los Derechos Humanos y dentro de este existe una Declaración Universal, la cual nos dice que la familia es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, que incluye a dos o más individuos, los cuales comparten un espacio y tiempo.
Por consiguiente, todas aquellas personas que se llaman “familia” comparten una casa, actividades, dinero, festividades, tiempo. Con la familia extensa, la familia de sangre, puede o no compartirse una casa. Sin embargo, es precisamente aquí que podemos darnos cuenta de la fragmentación familiar, porque los hijos inician sus vidas por separado y empiezan a ser cabezas de sus propios grupos familiares.
Asimismo, incluso como raza humana somos “familia”, puesto que compartimos una misma casa, el planeta Tierra. Hemos escuchado mucho: “cuidemos nuestro planeta, es nuestra casa. Mantengámoslo limpio. Nuestro planeta es nuestro hogar”.
Las actividades que compartimos como familia humana son todas aquellas fechas y festividades que se han establecido como días internacionales: el Día de la Madre y el del Padre, Pascua, Navidad, Año Nuevo, y muchos más.
El dinero también es algo que nos une y compartimos, así como el tiempo, factor este que se estableció hace miles de años con el estudio y la observación del Sol y la Luna, lo cual nos generó la estructura para lograr hacer lo que hoy en día conocemos como calendario.
Les he hablado de lo que son las familias individuales y los tipos de familia que existen hoy en día, además, de lo que también representamos como familia humana, como familia terrestre.
Como individuos o seres humanos, tenemos el derecho de tener una familia con quien vivir, compartir y amar; y de la mano de ese derecho tenemos la obligación para con los miembros de nuestra familia tanto física, moral, emocional y materialmente para fortalecer nuestro vínculo familiar.
De la misma manera, tenemos el derecho y la obligación como familia humana de vivir, de tener un espacio, de pertenecer a una sociedad, de proteger lo que es nuestro, de cuidar nuestro vínculo familiar y todo lo que vive en este planeta, tanto a nivel físico, emocional, mental y moral.
¿Pero qué nos ha pasado? Hemos olvidado que todos somos hijos del Creador, hijos de la Tierra y que todos somos iguales. Al final estamos compartiendo energía en este mundo, en este “juego de la vida” como le llaman los kabalistas. Todos somos piezas y tenemos un rol para reconectar con ese vínculo que se fragmentó hace mucho tiempo. Ya es hora, pues, de abrir nuestros corazones conscientemente, para crecer y evolucionar junto con nuestra casa, el planeta.
Reflexionemos y analicemos lo siguiente: nos hemos desconectado de la Matriz Divina y está desconexión está grabada en nuestro ADN, en nuestro inconsciente. Ya no nos reconocemos, estamos completamente fragmentados, un alma se fragmentó en miles de almas. A consecuencia se instalaron programas mentales de consumismo, poder, desvalorización, entre otras cosas. ¿Y nos preguntamos por qué las familias se han ido fragmentando cada vez más?
Porque nosotros mismos nos hemos fragmentado, tapándonos los ojos y olvidando nuestra esencia y de donde proviene nuestro Ser. Las naciones, los países, las comunidades, las familias se dividen. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cómo vamos a recuperar todo lo perdido? Vivir en el conformismo, no nos la solución. Vivir con miedo, tampoco. Querer seguir siendo el mejor y con más poder, tampoco. Teniendo la razón y no perdonando, menos. Para volver a reconectarnos y a su vez reconectar al planeta, primero debemos ver en nuestro interior o hacer una introspección, armonizar nuestro corazón con el entorno, alinearnos con la frecuencia del amor, la vibración de la paz, y entonces crear nuevamente una sintonía con el cosmos en donde la inteligencia infinita de la mente universal abra sus puertas y entonces se pueda crear nuevamente un vínculo amoroso con la familia humana.
Edición y corrección de estilo: Lydia Flores Acuña
Últimas Canalizaciones
- Cómo los Cursos de Sanación Pueden Transformar tu Vida
- El Portal del León: Significado, Prácticas Espirituales y Transformación Personal
- El Significado y Simbolismo de las Inundaciones en Nuestras Vidas
- El Árbol Sefirótico: Claves Universales de la Sabiduría Antigua
- La Nueva Esclavitud: Cadenas Invisibles que Nos Atan