En un mundo lleno de estrés, responsabilidades y constantes desafíos, es común sentir que...
Cuando comencé mi camino espiritual tuve una Maestra que nos decía que no debíamos decir “voy a intentarlo”, puesto que significaba que no lo iba uno a hacer. Ahora cuando escucho a mis pacientes diciéndome: “Voy a intentar hacer esto o aquello”, los aliento a decir “voy a hacerlo”; así no se queda únicamente en un intento. ¿Y qué pasa cuando hablamos de un intento que provenga del alma? El concepto de intención se debe modificar, porque cuando nos adentremos en el término del alma vamos a comprender la importancia de esta palabra.
La intención es una fuerza creadora que va mucho más allá de lo que tú puedes imaginar en este momento. Por medio de ella buscamos alcanzar un deseo y tener contacto con la Inteligencia Divina. Pero para que ese deseo o contacto se manifieste en el mundo físico, debemos llevar nuestra intención desde lo más profundo que existe en nosotros, el alma. Con este elemento nada se interpondrá en la manifestación de nuestro deseo o petición.
Wayne Dyer en su libro El poder de la intención nos dice que la intención no es algo que la persona hace, sino una fuerza que existe en el universo como campo de energía invisible.1 Aquí nos está diciendo que todo lo que existe tiene una intención, que además ya vive dentro de nosotros y que solo debemos activarla para que esta se manifieste.
Por lo tanto, cualquier semilla, ya sea física o espiritual, lleva un propósito expreso. Si plantamos una semilla de limón, vamos a obtener un árbol de limones; jamás obtendremos un árbol de manzanas. Que quede claro, pues, que no hay nada en este universo que no tenga una intención o un propósito. Por consiguiente, en el momento de la creación, la intención ya estaba implícita. Así, la intención es la potencialidad infinita de absolutamente todo.
Pero, entonces, ¿qué paso?, ¿por qué no estamos conectados con ese poder de intención del alma?, ¿por qué la oración no es suficiente? ¿Si el ser humano perdió su capacidad de intención, también sucedió lo mismo con los animales y las plantas? La respuesta es que estos seres vivos no han perdido esa conexión; ellos siguen conectados a la Luz. En cambio, el ser humano lo perdió hace mucho tiempo: cuando el hilo de la conexión entre el mundo espiritual y el mundo físico se rompió. Recordemos que el ego ha sido la gran clave dentro de nuestra desconexión.
Para continuar, vamos a entender cómo se hace una reconciliación o reconexión de este hilo roto. Si un matrimonio o una relación se rompe, y uno de ellos quiere reconciliarse, no puedes decirle: “Dame esto y perdóname”. No funciona así. La Kabbalah dice que la petición nunca da una conexión, porque dentro de la petición hay un “dame”. Para que la reconciliación se dé, se debe generar una emoción de tal tamaño que haga vibrar al otro. Decirle “no puedo vivir sin ti y, si tú no estás a mi lado, me muero. Pero llevemos esto al mundo espiritual: debemos hacer vibrar al Creador para que el rompimiento que se generó se restablezca y se una nuevamente.
¿Cómo vamos a generar esa emoción?, ¿cómo vamos a hacer que el mundo espiritual se apiade de nosotros y nos bendiga, y además nos dé la oportunidad de reconectarnos? ¿qué nos pide el mundo espiritual?
Si queremos reconciliarnos con nuestro ex, debemos conocerlo realmente y saber cómo abordarlo. Así que debemos conocer cómo funciona el mundo espiritual para poder acceder a él. La oración es un texto que nos han enseñado que por medio de él podemos comunicarnos
1 Dryer, Wayne. (Libros electrónicos). El poder de la intención. ed. De bolsillo. 2004. pág. 14.
Con el Creador, pero seguramente esto ya lo hemos usado con anterioridad y no hemos obtenido respuesta alguna…; entonces me pregunto: ¿qué nos falta? La Kabbalah puntualiza que el alma es la intención, por lo tanto, debemos colocar la intención (alma) dentro de la oración (texto).
Analizando todo esto, lo que podemos ver es que no porque vayamos a misa todos los domingos o nos sentemos a los pies de la cama a rezar o meditemos todos los días por 30 minutos… —es más, por una hora—, para que realmente el Creador vea que sí estoy con él, si no colocamos el alma en nuestra oración, es decir, la intención del alma, todo eso no sirve de nada.
Específicamente poner la vida, hasta llegar al punto de jugarse la vida… solo entonces habremos colocado la emoción que hace vibrar al mundo espiritual.
Todo este concepto maravilloso que la Kabbalah nos enseña, nos hace reflexionar y observar que el gran contrincante que tenemos, llamado ego, es increíblemente astuto. Cada vez que quieras ser mejor que el de enfrente, cada vez que desees lo que tiene el de al lado, cada vez que quieras recibir honores, cada vez que sientas orgullo, ira, egoísmo, cada vez que le hagas daño a alguien, juzgando, criticando, etc., no dejas que la Luz del Creador dentro de ti brille, y, por lo tanto, tu intención del alma jamás podrá reconciliarse con el Creador. Así que no pierdas tu tiempo rezando, meditando o en misa porque tu trabajo no tendrá frutos.
Pero si estás dispuesto(a) a adentrarte conmigo a este proyecto de ser jardineros de la Luz y sembrar semillas de Luz, debes conocer todas estas bases o preliminares de las que hemos estado platicando, para que, sin duda alguna, podamos cosechar grandes bendiciones en nuestra vida.
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